Cuando he leído " La carretera", pensaba en grandes autos americanos. La grandes autopistas que atraviesan un pais tan enorme- de sur a norte, de norte a sur; de este a oeste, de oeste a este- no pueden reflejar la dulzura que pone de manifiesto esta novela. Novela que, por otra parte, es novelilla. Eso sí, en su extensión.
Se muestra repetitiva en sus inicios, al igual que en el final.Mas se encuentra a sí misma en la trama: simple como una novela de amor paternal, de amor filial; de descubrimiento de un mundo que el joven nunca espera, ni conoce...
¡Ay! el conocimiento tan degradado en este mundo lleno de ambrosías modernas, de amargos deseos deseados, de luces de colores que se reafirman ante la locuacidad de alguien, ante el terrible destino de un quehacer que se pierde en lontananza, en los pies de los padres. En el factotum...
Los dos son prisioneros de un mundo sin futuro, desolado, inhabitable. Pero la esperanza no se deja embaucar. Y en cada línea discontinua de la carretera esperan un milagro. Cuando se hace contínua,se desaniman. Es la propia obra vital de un Miguel Ángel, de un Newton.
Sin embargo, en su continuo fluir a través de la línea, logran sobrevivir sin viandas.¡Hay tan gran sabor en lo que no se tiene! Ni en lo que se detiene. Se pueden mostrar desesperados, animosos, locuaces.
El momento infantil es sólo un intento de despojarse de la mugre que hoy cubre el mundo. La madurez, se muestra atrevida en un horizonte en el que nunca más amanecerá. Y en el intento de llevar más allá de lo imposible una vida que tiene fin, todo será acabar prisionero de la primera calle que te encuentres.
Una auténtica dulzura,no por la trama( lógicamente), sino por la relación paterno-filial en un mundo sin esperanza. Leedla; si no es así, no sabréis qué es la carretera.
lunes, 18 de enero de 2010
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2 comentarios:
Una curiosidad, José María, que también en estos días haya leído yo este mismo libro. No diría yo que una dulzura, más bien un libro que huele a carretera polvorienta. Una dulzura, tu crítica, muy agradable de leer.
Un saludo, compañero.
Bueno...Miguel lo de la dulzura no lo digo por el asunto de la novela- harto triste y desesperante; lo digo por las palabras del padre hacia el hijo. A mí me parecían durante la lectura de una gran ternura( aunque suene un poco cursi).
En cuanto a la coincidencia en la lectura, ya sabes que nuestros destinos van unidos irremisiblemente.Je, je, je...
Otro saludo, camarada
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