martes, 27 de noviembre de 2012

La última noche en Twisted River de John Irving


Además de lo insoportable que resulta esta mañana tan fría y de la incomodidad que supone desligarte del "fluxo" sillón,  y abarcar con la vista las ya  viejas e insulsas calles de mi soso lugar de residencia, yo pretendo adornar con palabras no efímeras comentarios muy míos de esta nueva lectura de este autor norteamericano: John Irving .
Ya leí, hace tiempo, " El mundo según Garp" y no quedé defraudado. Ahora mismo termino la novela más última que conozco de él. Y se la ha comparado con las de Cheever y Carver (más bien cuentistas). De esto último no comparto ni un ápice; ni en estilo, ni en música, ni siquiera en imágenes que sugieren las tramas relatadas por ellos. La certeza vital que desprenden los últimos se me muestra disonante con la historia forzada de esta nueva novela. La han llamado sinfonía por la mezcla de historias.Circular es su argumento que termina en lo mismo que nos ofrece al principio ( no destrozo la intriga, pues no la tiene). Joven muerto en el río que da pie a aventuras de un padre y un hijo, una vez" bienhadadas", otra vez sin destino. Ese embalaje que recubre las idas y venidas de personajes de un lugar a otro son siempre una excusa donde Irving ( eso sí, buen "manejador" del engaño narrativo) se explaya en demasía. Y creo que con decir "explaya", ya está todo dicho. Pero quiero ser reiterativo y volver a repetir una vez más - si en alguna ocasión lo he puesto de manifiesto- que muchas novelas actuales se hacen tortuosas y pesadas por su larga extensión. Parece que todo se queda en esa máxima- ya caduca- de un buen comienzo y de un mejor final.El corazón del asunto narrativo merece más atención, no más palabras, no más retórica; pues, si no, termina siendo lo mismo que se critica. Cuando abarca uno( en la edición en rústica) seiscientas y pico páginas en una novela, espera que la historia central no devanee por afluentes que surgen en la mente del autor de manera inconstante. Parece John Irving desmadejar un capítulo, olvidarlo durante un tiempo y recogerlo más tarde, intercalando reflexiones, palabras o acciones que se alejan muy mucho de lo anunciado al principio. Es  algo caótico.Sus saltos en el tiempo, sus vueltas al pasado o su asiento en el presente están manejados con cierta torpeza, desde mi punto de vista. Es verdad que también maneja con maestría el principio y final de la historia contada; quizá un poco floja en su desenlace, pues recurre a un romanticismo blando y pueril no propio de quien es capaz de escribir tal número de páginas para contar una historia que es la historia de siempre: el impredecible lugar que ocupamos los hombres (¡sí... y las mujeres!) en este mundo imprevisible.

Decidí pasear un poquito más tarde de escribir esta crítica; situarme muy cerca de las páginas gratas y contemplar la campiña anunciando los verdes que ya pronto  darán el mismo fruto de siempre.

viernes, 26 de octubre de 2012

Las filofábulas para aprender a convivir

Las filofábulas para aprender a convivir


Es un libro reciente en nuestra Biblioteca.

Se trata de una recopilación de fábulas, parábolas y cuentos procedentes del mundo entero, realizada por Michel Piquemal e ilustrada por Liora Grossman, publicada en ediciones Oniro.
Yo añadiría otro subtítulo: “cuentos para aprender a pensar” pues estas 52 fábulas sirven para aprender a pensar.
A través de estos relatos, el autor ofrece a los lectores el punto de partida de divertidos debates y reflexiones, que les permitirá dar un mayor alcance y horizonte a su pensamiento. En cada relato aparece una serie de preguntas relacionadas con el mensaje de fondo invitando a pensar, reflexionar, opinar, discutir, cuestionar, etc.
Aborda temas de sociedad, política, convivencia, sabiduría, personalidad, salud, ecología y naturaleza, trabajo, ciencia, valores morales, valores ciudadanos, religión, costumbres, etc.

Es un libro bastante interesante para lectura, sobre todo para jóvenes y niños, aunque es aconsejable para todas las edades.

Bartolomé Miranda Jurado

Departamento de Filosofía

lunes, 24 de septiembre de 2012

El hombre que amaba a los perros ( O el desengaño del comunismo)

El paréntesis del título es de mi cosecha; el resto del mismo es el nombre de una novela de Leonardo Padura, escritor cubano, el cual después de leer la novela que reseñamos, no se muestra muy seguidor del régimen político que impera en su lugar de nacimiento.

La novela-más adelante me encargaré de adentrarme en sus "argumentos"- es una auténtica desilusión, un dulce desengaño de lo que es y fue el comunismo. Bueno, la novela es mucho más, pero este es el sentimiento que permanece en mí de manera indeleble una vez leída. Pero...Sr. reseñista, en los tiempos que corren, ¿ aún creía usted en el comunismo, todavía soñaba con la "socialización", con la igualdad justa entre los hombres (sic), con la intención de igualar a las almas antes de la larga e inevitable marcha...? Iluso. O quizá no haya entendido nunca la base alimenticia de esta tendencia político-económica y, ahora, por cándido, me lleve una sorpresa al descubrir que no quedan granjas que compartir, ni koljoses, ni muros infranqueables que impidieran el paso del aliento capitalista, ni el sonido grosero de la falsa moneda que nos tiene actualmente en el fondo de la sima.

En verdad, los acontecimientos que se narran no guardan un sólo hilo argumental- de ahí lo dicho anteriormente de los" argumentos". Son tres novelas en una. 

Por una parte, un joven-Iván- que aspira a adentrase en el mundo de la literatura se encuentra con un desconocido paseando por la playa; un desconocido con cierta apariencia enigmática, pero al que reconoceremos inmediatamente en la narración, muy a pesar del autor por intentar crear en torno a este personaje una cierta intriga. Las charlas con este hombre desconocido, su desaparición de la tierra cubana, el misterio que envuelve su vida... serán las acciones más destacadas en este primer paso.

Por otra, intercalándose con la trama anterior y con la que más abajo comentaremos, aparece el segundo argumento del libro: la historia de Ramón Mercader, el ingenuo, ignorante y desengañado asesino de Trotski. Sus incursiones en las filas republicanas del ejército español durante la Guerra Civil, la relación con su madre( Caridad, una mujer a la que hoy no dudaríamos en incluirla de alguna manera dentro del mundo "friki", a pesar de su imagen de pasionaria ebria), los avatares en la Rusia stalinista, sus amores y amoríos interesados... En suma, se desgrana su figura con algunos datos novelados y otros con cierto toque histórico.

El tercer argumento intercalado es el destierro y asesinato de Liev Davídovich Bronstein, más conocido por Trotski.Su paso por Kazajistán, Turquía, Noruega, hasta llegar al país donde dio con sus huesos en el otro mundo: México. Trotski es presentado como un personaje al que hay que tenerle lástima, del cual hay que compadecerse. No es un crudo revolucionario, sino , más bien, un alma en pena que vaga quejumbroso por el mundo debido a la crueldad de Stalin. La muerte de sus hijos, el fuerte odio a Joseph Stalin, el amor por su esposa, la amistad con pescadores, con Diego Rivera, el anhelo de "enderezar" el rumbo de una Unión de Repúblicas Soviéticas que con el paso de los años se va convirtiendo en una recia dictadura...conforman los hechos de esta sección.

Ha habido ocasiones en las que he estado a punto de dejarla en la mesa del escritorio, olvidada como instante indeseable. Sin embargo, ha sido un acierto continuar su lectura hasta la pequeña reflexión del autor al final. El lirismo de estas últimas páginas, lo desabrido del análisis de los acontecimientos narrados, la amargura del intento fallido de un mundo mejor y los detalles que acompañan a los dos personajes históricos que juegan en la novela, siempre interesantes y curiosos, me han hecho-una vez más- no abandonar la nave hasta verla zozobrar.

jueves, 19 de abril de 2012

El Plantador de tabaco de John Barth

La metaficción posmodernista de los años 60 y 70 -sin entrar en análisis profundos(no es lo pertinente en este blog)-quiso recrear la realidad histórica o no, en un motivo con el que convertir lo que se escribía en el propio objeto de la escritura.Resulta un tanto tautológico, pero esa es la definición más reconocida entre muchos de los críticos de la literatura. En nuestra literatura El Quijote fue uno de los iniciadores avant la lettre de esta técnica, junto a seguidores como Goytisolo o Torrente Ballester, ya más próximos a nosotros. Sería una ordinariez( perdonad el exabrupto) continuad el comentario de la novela que nos ocupa por estos derroteros.Demasiada erudición, quizá para el modesto reseñista; pero, a veces, se hace necesario un apunte de este tipo cuando la narración que acabo de terminar puede resultar incalificable.

Volviendo al mundo de lo terrenal, pretendo hacer una reseña de El Plantador de tabaco, por lo interesante que se me mostró la misma en otro blog-La medicina de Tongoy.
En primer lugar, el deseadísimo "tocho" es inencontrable. Cátedra, la editorial en la que se publicó por primera vez allá por 1991, dejó de hacerlo suponemos que por un motivo bien deducible: no se vendía. Este hecho picó mi curiosidad y logré conseguirla en bibliotecas de capitales de provincias con harta dificultad. Primer paso conseguido.

El segundo paso consistió en el atrevimiento de enfrascarse en la lectura de un volumen que alcanza casi las 1250 páginas en letra- para los de edad relativamente provecta- no de gran tamaño, lo que con seguridad supondría un escollo más para adentrarse en su lectura.

Salvado ese escollo, iniciada la lectura, un tal Ebenezer Cooke aparece como protagonista del más que centón literario. No es un personaje original, aunque lo pretenda su autor.Nuestro protagonista es un escritor de poca monta que toma su figura de otro caballero, el de la triste figura. Sí, es quijotesco el tal Ebenezer Cooke. Un quijote ubicado en los años de colonización inglesa de los actuales EEUU durante los primeros años del siglo XVII. Con las primeras palabras de Cooke descubre uno la estampa del de La Mancha; y no sólo en las palabras sino también en lo físico.Se trata de un tipo espigado, endeblucho aunque mucho más joven que nuestro hidalgo español.
Podría decirse: ¿ y a quién lo le ha influido El Quijote durante el siglo XIX y XX? Pregunta retórica que como bien sabéis no necesita respuesta. Mas, John Barth se sirve de otras tradiciones literarias de origen español: la picaresca e incluso las novelas bizantinas del Renacimiento, me atrevería a decir. Habrá quien añada a estos influjos la capacidad de enredo de las obras shakesperianas, la aventura desbordante y amena de Stevenson, la delicia romántica de las hermanas Brönte o la más pura tradición novelesca de los primeros cantos épicos europeos. Todo ello, y más, se encierra en estas páginas.

El tal poeta mencionado, decide marcharse a las tierras de Maryland ( cuya capital es el actual Baltimore estadounidense )allende los mares, para allí erigirse en el poeta Laureado que cante las glorias de aquella tierra.Pero entre su viaje, su "estancia" y su intento de regresar a la tierra de la que parte-Londres- se suceden infinidad de aventuras en las que los personajes comienzan a multiplicarse en número y complejidad. Sería del todo imposible intentar reflejar de manera más minuciosa el argumento de la novela; tal es la cantidad de acontecimientos que se suceden que sería engorroso- más que descriptivo y clarificador- nuestro discurso.

Jonh Barth, su autor, utiliza una prosa esmerada, cuidada y precisa, con la que, intercalando a veces narraciones en la trama principal ( novela marco, podríamos decir), logra entretenernos durante unas pocas jornadas de manera gratificante. Sorpresa tras sorpresa dan a la narración un dinamismo que no se espera por su dimensión.Personaje tras personaje hace que disfrutemos de algunos de los tipos más curiosos que me haya encontrado en mi vida de lector.Aventura tras aventura me retrotraen a mi vida juvenil donde Corto Maltés y La isla del tesoro eran referencias de huida y sueño. La ironía y muchas veces la tristeza intrínseca a la vida humana no dejan de estar presentes, en muchas ocasiones incluso con excesiva crudeza. La fantasía y la burla no son tampoco ajenas a las historias que por aquí circulan. Porque, en efecto, la novela representa un cúmulo de historias diversas dentro de un tema narrativo que es mera excusa para presentar las más inverosímiles reflexiones filosóficas o las más simples aventuras de entretenimiento.
Buena, muy buena.Riquísima en todos los aspectos, aunque como todo aquello que se anhela con paroxismo, una vez que se obtiene- a menudo- sabe a poco o a menos de lo esperado.

martes, 6 de marzo de 2012

Agustín de Foxá : " Madrid de corte a checa"

Inimaginable adentrarme en esta novela aparecida durante los años de la lamentable,odiosa y detestable Guerra Civil española. Afirmo lo anterior por tratarse de un autor de fuerte carácter conservador, seguidor de la más rancia Falange, creada por el irrepetible (ojalá) José Antonio Primo de Rivera , Agustín de Foxá.
Y alguien preguntará:¡que osadía, qué valor!Se nos habrá convertido el reseñista en un seguidor del yugo y las flechas. No. Tenedlo por seguro.
Mi interés residió en poder observar de primera mano las impresiones subjetivísimas que presenta este autor sobre los años de la República, el exilio del Borbón comistral y mujeriego y el desarrollo de los dos primeros años de guerra en la ciudad de Madrid.
Y, ciertamente, lo obtenido es lo que esperaba. Bien cierto es que el estilo de este señorito, perteneciente a la aristocracia autárquica, no es desdeñable. Se observa buen manejo del idioma, mejor uso de la metáfora, gran capacidad narrativa y un serio manejo del diálogo y los pasajes descriptivos. Pero mi inmersión en la novela no buscaba tal fin. Buscaba la ideología que transmite la misma. Y en este sentido, tampoco ha logrado sorprenderme.Entonces, ¿para qué escribir este pequeño comentario? La respuesta, sencilla:
Foxá maneja la propaganda fascista con mejor maestría que el estilo. En el Madrid que sufre la guerra, son los señoritingos los que la sufren; los obreros y oprimidos, la clase más humilde, los milicianos son escoria.Gente que, cuando la República accede al poder(con sus virtudes y sus defectos, también), maltrata, humilla, descabeza, viola y fusila impunemente a los del bando más reaccionario, a las clases pudientes y a los que- a la callada- seguían con animosidad y alegría el levantamiento de ese generalucho que llegó a autodenominarse Generalísimo y Caudillo.
Por la otra parte- el bando nacional- ningún crimen, todo orden, pura caridad cristiana.
¿Para qué seguir reseñando?
Puro maniqueísmo el de este Foxá; o todo es bueno o todo es malo. A nadie le cabe la menor duda de que una guerra acarrea injusticias, crímenes, fatalidades, hambre y pobreza en los bandos enfrentados, pero...señor Agustín de Foxá, los pobres también sufren.Tendría que haber sido más objetivo en su novela; mas, entonces, no hubiera militado en la Falange.¡Qué obviedad!
No recomendable. Tendenciosa y"facha". Inadmisible para los tiempos que corren y para los tiempos de la eternidad, presente y futuro.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Agualuna - Juan Manuel Gisbert.

Agualuna es una novela juvenil de la editorial Ala Delta y escrita por Juan Manuel Gisbert. Se ha leído en los dos cursos de primero de ESO de forma obligatoria. Trata de una muchacha que a causa de la peste queda sin familia y llega a parar a casa de una hechicera llamada Bruna, la cual es bastante sospechosa. Bruna trata de matar a la joven, pero cuando, orgullosa cree haber acabado con todos los problemas,descubre que Agualuna sigue viva.
Para mi opinión, la novela es bastante entretenida e interesante. Animo a los lectores de este blog a que la lean, seguro que les gusta. Es fácil de leer, pues no tiene un vocabulario demasiado denso, y además no tiene un gran número de páginas.

Un saludo, José María Castillo del Rosal. 1º ESO A.