Lo cierto es que es muy acertado, bajo mi punto de vista, claro. Monzó tiene una habilidad especial para dibujar personajes extraños y que resulten de lo más normales ("Una noche"), situaciones absurdas que parecen cotidianas ("Sábado" ), etc... Eso sí, hay conatos de humor -negro creo yo- que de cuando en cuando te hacen esbozar una sonrisa. Pienso que son en definitiva unos cuentos atroces por la dureza que entrañan, pero que te hacen disfrutar al estar tan bien escritos. Vale la pena leerlos.
domingo, 4 de mayo de 2008
Mil cretinos
Últimamente los libros que llegan a mis manos son de relatos, a veces con intención, otras como en este caso ha sido casual. Cuando recomiendas un libro, lo haces desde la pasión: o te gusta o no, al menos ese es mi caso. Tanto el libro de Murakami, como este de Quin Monzó, me han parecido magníficos, quizás exista cierta similitud entre ambos, aunque Monzó incluye una variante que el primer autor no tiene, y es la alternancia entre relatos de diferente extensión, los hay incluso de una sóla página. Creo que suelen ser objetivo de los escritores de relatos los personajes decadentes, tristes, enconados en sus miserias. Cuando le preguntan a su autor acerca del libro dice que es el más alegre; pero en absoluto definiría yo este libro de alegre - quizás me falte sentido del humor- así que no quiero imaginar cómo son los otros.
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