Su autor- Albert Cohen- fue un judío instruidísimo nacido en Corfú, esa isla cuyo nombre está lleno de resonancias clásicas y - sin ser contradictorio- exóticas, de ese exotismo que nos lleva a pensar en Artemisa, en las Cariátides..., no en el del mar del Caribe. Bien, pues ...quizá por su condición de judío creó una extraordinaria saga, entre burlesca, cínica y no exenta de matices cómicos, de la que forma parte el título "Bella del señor", ( Los tres libros restantes que conforman la tetralogía son "Solal" de 1930, "Comeclavos, de 1938 y " Los esforzados", de 1968); libro que con continuo y latente lirismo romántico nos cuenta la relación que mantiene Solal- un alto funcionario de la sociedad de Naciones- con Ariane, mujer de una belleza excelsa y de una moral más que dudosa. Los días de conquista que se suceden, la pasión ardorosa que presenta, el progresivo deterioro de los sentimientos, las mutuas humillaciones, el erotismo desbordado...nos muestra a esta pareja como símbolo de la degradación de la carne, de la desintegración del individuo producto de la sedución. No creáis que es conservador en sus planteamientos, no. No es conservador, ni liberal, ni moderno, ni clásico, ni antiguo. Es todo y nada. Antítesis que puede llevarnos a no leer estas páginas o que puede- como yo desearía- alentarnos a descubrir el código secreto que maneja este autor para que nos resulte una bellísima obra, una implacable razón por la que leer.
jueves, 15 de noviembre de 2007
Albert Cohen: el poder de la palabra.
Cuando "arrivé", en el año 1987, a Sanlúcar de Barrameda, conocí a un gran lector, amigo y compañero de tareas que me incitaba a leer continuamente novedades que a él le resultaban atractivas. Este fue el caso del libro que pretendo comentar-brevemente- en nuestro blog de críticos.
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