lunes, 11 de mayo de 2009

Escombro: versos perros de Jesús Gázquez

Ya presentamos a Jesús, o mejor dicho se presentó él mismo, en nuestro Club de Escritores, a propósito del último premio que había ganado precisamente con la obra que hoy comentamos: Escombro. Recientemente nos envió un ejemplar dedicado que hoy quería comentar.
El título dice algo de la esencia del libro: una sensación de espíritu derruido cae sobre la humanidad del poeta, una idea de andar por los suelos, una creencia de que a pesar de las ínfulas de las personas, la vida se descompone en fragmentos que cada uno de los poemas de este libro pretende explicar.
Debería repetir lo que dije presentándolo en el Club de Escritores: Su poesía destila una curiosa tranquilidad. Frases generalmente simples, casi sucesión de aforismos a veces aparentemente inconexos. Imágenes sencillas de compleja explicación, sucesión de personas, cosas de la vida (amor, tiempo, emociones, pensamiento...) [...] ...comienza en verso y acaba convirtiéndose en sentencia.
Y digo aquí sentencia en los dos sentidos: aforismo y fallo (y otra vez los dos sentidos: fallo judicial y error humano). Los versos de Jesús explican la condena del humano a una vida de perro, la imagen tal vez más repetida a la largo de la obra y que da sentido al título que he escogido: versos perros, de un animal callejero, carnívoro y desvalido que anda por los campos y las afueras, que sobrevive o vive o se desvive siempre por los caminos. Un ser humano que esconde el animal desvalido que no quiere aceptar.



Comencé la lectura ocasionalmente en un momento libre y pronto tuve que buscar un marcapáginas para señalar frases que no quería olvidar, después papel y lápiz para apuntarlas y finalmente necesité tiempo para releer este libro lleno de ideas de una brillantez sencilla, maravillosa, de un encantamiento especial, de unas aristas suaves pero certeras, de unas definiciones pulcras: un poemario magnífico, sencillamente no un libro cualquiera, sencillamente una serie de poemas que hacen grande a quien los escribe y más grande a quien los lee, sencillamente un libro para no olvidar.
Los poemas breves, al borde del haiku a veces, con frases de greguería, con la sola contención del punto final, cierto ritmo roto y asonancias levísimas. Las imágenes repetidas -muerte, perros, techo, carretera-. Y la propia poesía como tema junto a la idea de un hombre solo, vagabundo, despojo... y poeta. Imposible no pensar mientras se lee, pensar, por ejemplo, que nos dan la vida y la consumimos hasta el escombro, que somos nuestro propio perro, nuestro mejor amigo, nuestro mejor único amigo, y también que en ese animal abandonado, deambula toda la humanidad, toda la historia, toda la vanidad y la banalidad.
Imposible no convertir los versos en citas: "El miedo a la libertad del otro/ dispara a todo lo que vuela"; "Nada muere del todo/ como nadie vive completamente"; "La gente se aferra a su propio miedo/ uno mismo ya no es un lugar seguro"; "El pensamiento es una sombra/ que sale al paso de la luz que viene"; "La poesía es el silencio que sigue a un verso".
La obsesión por definir hace que la sintaxis se vuelva paralelística, sin embargo, Jesús pronto quiebra el verso para perturbar la repetición en juegos de voces (cambios de persona, anteposición de complementos) que despiertan la lectura de sucesiones que sorprenden por la falta de puntuación ortográfica por la que guiarse.
No faltan escritos de su poética, que es también la poética de todos, porque no pretende explicar su creación literaria, sino definirla:

"Dejé pasar el tiempo y perdió fuerza
Hasta que se detuvo en los poemas

Los poemas son animales salvajes
No sirven para nada
Gente que parece no dormir nunca
La belleza es un tigre que te encuentra primero".


Del escombro es lógico que derive la imagen de la ruina, esa ruina humana es en parte su tragedia: ser animal y no aceptarlo, vivir en la naturaleza y contra ella. En el siguiente poema vemos una imagen que supera la tradicional del río como tiempo, para convertir el agua en un trágico círculo que devora a la humanidad. El mar es ahora el que viene a buscar al ser humano para arrastrarlo.

"La lluvia viene haciendo las veces de tiempo
Que es una ruina dejándose caer
La tormenta no es más que un tentáculo del mar
En busca de semillas fracasadas
En medio del torrente el hombre
Ha olvidado subir a los árboles".


Desde que leí El asombro, Jesús me pareció buen escritor. Tengo el recuerdo de haber leido con verdadero deleite Ríos, cuya copia no encuentro en este momento entre maldiciones. Ahora, en Escombro me ha parecido ver completamente un gran libro y un gran poeta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen post, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)