viernes, 15 de mayo de 2009

MIS SENTENCIAS EJEMPLARES


Emilio Calatayud es Juez de menores en Granada, y se ha hecho “famoso” por algunas sentencias que impone a los menores que comenten infracciones de tráfico, peleas, daños, robos,… “Dibujar un cómic sobre sus delitos”, “narrar lo que ha hecho”, “sacarse el graduado en ESO”, “Ayudar a personas mayores”, “visitar accidentados en un hospital”, “limpiar la vía pública después de un botellón”, y de ese estilo; aunque cuando la cosa es seria, también sabe enviar a los menores a un Centro de Reforma de Menores.
En "Mis sentencias ejemplares", aconsejable sobre todo para padres, nos habla de estas sentencias, y de todo lo relacionado con la delincuencia de menores y sus causas. Calatayud transmite optimismo y deposita una gran confianza en la educación. Considera que la delincuencia de menores está relacionada con el entorno y la sociedad, “todos somos culpables”, y por tanto es tarea de todos la integración y rehabilitación de los menores delincuentes: “si la rehabilitación sale bien, todos nos beneficiamos del éxito. Tendremos un futuro más seguro y una sociedad mejor. Si sale mal, todos perdemos. Aunque sea por puro egoísmo, nos interesa recuperar a los delincuentes infantiles y juveniles, antes de que sean adultos. Es más rentable que nuestros impuestos se inviertan en ese objetivo que en construir cárceles o en pagar a más policías”. Y esta tarea es labor de todos: padres, instituciones, maestros, jueces, psicólogos,… Este juez se atreve a meterse con los políticos, los padres, la educación, y con la hipocresía social; y suele, sin pretenderlo, dar buenos consejos educativos.
Es un libro muy interesante. No esperemos detrás de los mensajes de Calatayud grandes teorías políticas, psicológicas, educativas, jurídicas o sociológicas; lo que sí hay es inteligencia y sobre todo, mucho sentido común.
Bartolomé Miranda Jurado
(profesor de Filosofía)

lunes, 11 de mayo de 2009

Poesía juvenil: consumir preferentemente

Consumir preferentemente se supone que es un libro de poesía juvenil de Raúl Vacas porque está editado en la colección Otros Espacios de Anaya. Y digo se supone porque a pesar de algunas muestras que podrían parecer descaradas, como un poema en sms, el resto son poemas de un libro de poesía que no es infantil, tampoco es para viejos, pero tampoco es para nadie y tampoco para todos.
De juvenil le viene el aire despreocupado, el amor con tono adolescente, el humor, la voracidad consumista...
El título guía la línea creadora de los poemas basados la mayoría en enlazar un intertexto con expresiones propias del mercado actual, casi todas ellas aparecidas en los títulos de los poemas o de los apartados, o incluso en las citas, algunas de las cuales tienen como autor a Carrefour.
El verso convertido en versículo oscila entre el poema paralelístico extenso, y el hijo pequeño de los haikus, que tan de moda parecen estar. Oferta del día, parte meteorológico, predictor, perecederos... las expresiones triviales de nuestra vida cotidiana se hilan en una literatura que más que lírica pretende sobre todo ser ocurrente.
Ilustrado por Pepe Montserrat con unos dibujos con collage de cierto aire surrealista, el libro puede servir para pasar a los jóvenes lectores definitivamente hacia una poesía no ya de su edad, sino de su época. Ocurre en este libro de poemas lo que ya hace tiempo ocurrió en la narrativa juvenil que incorporó frecuentemente técnicas narrativas contemporáneas, como el perspectivismo. Aquí vemos, como corresponde a la poesía, los juegos gráficos, las parodias, las recreaciones... lo propio de unos ismos que ya deberían llegar a la poesía juvenil para sacarla de los posibles ripios y la ñoñería cursi.

Escombro: versos perros de Jesús Gázquez

Ya presentamos a Jesús, o mejor dicho se presentó él mismo, en nuestro Club de Escritores, a propósito del último premio que había ganado precisamente con la obra que hoy comentamos: Escombro. Recientemente nos envió un ejemplar dedicado que hoy quería comentar.
El título dice algo de la esencia del libro: una sensación de espíritu derruido cae sobre la humanidad del poeta, una idea de andar por los suelos, una creencia de que a pesar de las ínfulas de las personas, la vida se descompone en fragmentos que cada uno de los poemas de este libro pretende explicar.
Debería repetir lo que dije presentándolo en el Club de Escritores: Su poesía destila una curiosa tranquilidad. Frases generalmente simples, casi sucesión de aforismos a veces aparentemente inconexos. Imágenes sencillas de compleja explicación, sucesión de personas, cosas de la vida (amor, tiempo, emociones, pensamiento...) [...] ...comienza en verso y acaba convirtiéndose en sentencia.
Y digo aquí sentencia en los dos sentidos: aforismo y fallo (y otra vez los dos sentidos: fallo judicial y error humano). Los versos de Jesús explican la condena del humano a una vida de perro, la imagen tal vez más repetida a la largo de la obra y que da sentido al título que he escogido: versos perros, de un animal callejero, carnívoro y desvalido que anda por los campos y las afueras, que sobrevive o vive o se desvive siempre por los caminos. Un ser humano que esconde el animal desvalido que no quiere aceptar.



Comencé la lectura ocasionalmente en un momento libre y pronto tuve que buscar un marcapáginas para señalar frases que no quería olvidar, después papel y lápiz para apuntarlas y finalmente necesité tiempo para releer este libro lleno de ideas de una brillantez sencilla, maravillosa, de un encantamiento especial, de unas aristas suaves pero certeras, de unas definiciones pulcras: un poemario magnífico, sencillamente no un libro cualquiera, sencillamente una serie de poemas que hacen grande a quien los escribe y más grande a quien los lee, sencillamente un libro para no olvidar.
Los poemas breves, al borde del haiku a veces, con frases de greguería, con la sola contención del punto final, cierto ritmo roto y asonancias levísimas. Las imágenes repetidas -muerte, perros, techo, carretera-. Y la propia poesía como tema junto a la idea de un hombre solo, vagabundo, despojo... y poeta. Imposible no pensar mientras se lee, pensar, por ejemplo, que nos dan la vida y la consumimos hasta el escombro, que somos nuestro propio perro, nuestro mejor amigo, nuestro mejor único amigo, y también que en ese animal abandonado, deambula toda la humanidad, toda la historia, toda la vanidad y la banalidad.
Imposible no convertir los versos en citas: "El miedo a la libertad del otro/ dispara a todo lo que vuela"; "Nada muere del todo/ como nadie vive completamente"; "La gente se aferra a su propio miedo/ uno mismo ya no es un lugar seguro"; "El pensamiento es una sombra/ que sale al paso de la luz que viene"; "La poesía es el silencio que sigue a un verso".
La obsesión por definir hace que la sintaxis se vuelva paralelística, sin embargo, Jesús pronto quiebra el verso para perturbar la repetición en juegos de voces (cambios de persona, anteposición de complementos) que despiertan la lectura de sucesiones que sorprenden por la falta de puntuación ortográfica por la que guiarse.
No faltan escritos de su poética, que es también la poética de todos, porque no pretende explicar su creación literaria, sino definirla:

"Dejé pasar el tiempo y perdió fuerza
Hasta que se detuvo en los poemas

Los poemas son animales salvajes
No sirven para nada
Gente que parece no dormir nunca
La belleza es un tigre que te encuentra primero".


Del escombro es lógico que derive la imagen de la ruina, esa ruina humana es en parte su tragedia: ser animal y no aceptarlo, vivir en la naturaleza y contra ella. En el siguiente poema vemos una imagen que supera la tradicional del río como tiempo, para convertir el agua en un trágico círculo que devora a la humanidad. El mar es ahora el que viene a buscar al ser humano para arrastrarlo.

"La lluvia viene haciendo las veces de tiempo
Que es una ruina dejándose caer
La tormenta no es más que un tentáculo del mar
En busca de semillas fracasadas
En medio del torrente el hombre
Ha olvidado subir a los árboles".


Desde que leí El asombro, Jesús me pareció buen escritor. Tengo el recuerdo de haber leido con verdadero deleite Ríos, cuya copia no encuentro en este momento entre maldiciones. Ahora, en Escombro me ha parecido ver completamente un gran libro y un gran poeta.

domingo, 10 de mayo de 2009

Todos crecen menos Peter

Todos crecen menos Peter, de Silvia Herreros, es el último premio de ensayo Caja Madrid publicado en Lengua de Trapo que recibimos gracias a la siempre atenta Virginia.
Como indica el subtítulo (La creación del mito de Peter Pan por J.M. Barrie) la obra gira en torno a la formación de la imagen de Peter Pan como mito infantil y literario. Ya había visto yo algún documental sobre el tema, y el libro naturalmente sigue en la misma línea: la crítica que ha rodeado a Barrie le ha considerado muchas veces un mal escritor y una persona atormentada -poco menos que un acomplejado pederasta homosexual- que casi sin querer tuvo éxito casual con esta obra. Parece como si al estudiar la vida y obra del escritor los propios críticos sufrieran la frustrada desmitificación que tiene el conocimiento de toda realidad. Si los críticos destacan las ideas edipianas y las frustraciones sexuales por las que Barrie mata a todo padre y toda madre, los mismos críticos parecen disfrutar matando a la ilusión infantil (ilusión como ilusión óptica, como fantasía) como si por leer Peter Pan fuesen a creer que realmente existió y su autor fue persona y artista modélico. Existe un empeño en derribar en el que Silvia Herreros no participa a pesar de que no haya evitado citar, razonar, documentar e integrar todas esas ideas y más que la crítica ha ido vertiendo sobre Peter. Porque la autora no derriba, sino que construye más, muchas más ideas alrededor de la obra.
En Barrie, además de lo que ya hemos comentado, encontramos un autor al que parece sobrepasar su cración. Peter Pan no está a la altura de las demás, se sale, sobresale, vuela solo ya. Además no es una obra, es una sucesión de obras que Barrie reescribió y que conforman por tanto un proceso creativo de lo más interesante. Lo curioso es que ese proceso creativo no terminó con su muerte ni ha terminado aún, teniendo en cuenta que el mito se le fue de las manos y otros muchos autores entraron a participar además de que al tratarse de una obra de teatro, las versiones, las puestas en escena, las adaptaciones han creado y recreado sin fin un Peter que paradójicamente no para de crecer.
Y esto llama mucho la atención, porque efectivamente, la primera deducción que se saca de este libro es esta: Peter Pan constituyó un crecimiento continuo en la vida de Barrie. Un crecimiento que tal vez en ocasiones lo llevó hacia atrás, pero crecimiento al fin y al cabo. Desde las primeras ocurrencias y las primeras historias en las que Barrie se basa en niños reales a los que conoce, el autor desenvuelve su imaginación hasta crear un mito (un metamito -sí, ya sé que es un palabro-) sobre otro que realmente lo sobrepasó.
El ensayo de Herreros aporta ideas muy interesantes para interpretar sincrónica y diacrónicamente la obra. En Peter Pan encontramos varias facetas fundamentales: a) la vida como juego de roles; b) Peter como figuración de la recién descubierta figura del preadolescente; c) Dualidad consustancial de Peter, como el cuerpo y la sombra; d) Mito y lo que yo he denominado "metamito" (sí, disculpas por la cacofonía). La autora exprime estas cuatro premisas en una despliegue profundo de documentación y sobre todo de meticuloso análisis.
Aunque no sea una historia, una narración, el ensayo debe tener también su intriga y Herreros la va desplegando a cada capítulo (tal vez dejando poco para el final). No querría ser yo quien estropeara las sorpresas de este libro, sin embargo, no puedo menos que ponderar su valor destacando ideas valiosas que encontramos en su lectura. Una de ellas es que la auténtica protagonista de la obra y su heroina es Wendy, no Peter. Es más, Peter es un antihéroe. Los Peter Pan son hombres inmaduros incapaces de crecer, sin embargo, como dice Kiley en su libro sobre el síndrome:

"Toda mujer ha conocido alguno, se ha casado con él, lo ha dejado o lo ha superado...pero ninguna mujer puede resistirse a ellos".

Y al final, queda como dice la autora, la fascinación del mito, un mito sin duda cuya complejidad he aprendido a valorar leyendo este libro, que no sólo no lo derriba, ni lo trasfigura, sino que lo hace más grande y más cercano. Peter Pan, el niño que no puede ser tocado, sabe dios por qué, es aquí sometido, sin embargo, a todo tipo de análisis sin que se deshaga la figura fascinante que todos recordamos.