sábado, 12 de julio de 2008

Kafka y la muñeca viajera

Un artículo de César Aira en Babelia motivó que Jordi Sierra i Fabra escribiera esta novela basada en un hecho real.
Según confesiones de Dora, la pareja de Kafka, el autor había escrito cartas de una muñeca durante tres semanas para tranquilizar a una niña a la que había encontrado llorando en el parque por haber perdido a su muñeca. A pesar de la fidelidad del testimonio y las intensas búsquedas, ni la niña ni las cartas aparecieron nunca. Jordi Sierra se aventuró, pues, a recrear el extraordinario hecho, reconstruyendo a su manera los últimos días de Kafka -moriría pronto- junto a Dora y escribiendo ficticias cartas de una muñeca a una niña llamada Elsi.
La novela, que ganó el Premio Nacional de Literatura Juvenil del año pasado, tal como anunciamos en su momento, es una breve obra ilustrada por Pep Montserrat en tonos grisáceos muy kafkianos.
A partir de conocer el origen de la historia, es lógico que la novela avance sin sorpresas y que deposite su interés exclusivamente en el tono lírico y sentimental con el que presenta la historia. Las novela es un breve ejercicio narrativo por un lado (es como escribir a partir de consignas), y también un ejercicio didáctico centrado en el mensaje de la vida como un camino de aprendizaje de la propia libertad (la niña debe aprender a desprenderse de su muñeca fortalecida por lo que le ha ayudado a madurar como para hacerla independiente).

martes, 8 de julio de 2008

Los girasoles ciegos

Los girasoles ciegos es un libro en el que su autor, Alberto Méndez, recoge cuatro historias con una idea común: la derrota frente al maremagnum de la Guerra Civil española y su más oscura postguerra. Las historias (Si el corazón pensara dejaría de latir, Manuscrito encontrado en el olvido, El idioma de los muertos y Los girasoles ciegos) concluyen con la que da título al libro.
Alguno de estos relatos ya habían sido publicados, como es el caso del segundo, finalista del Premio Internacional de Cuento Max Aub 2002.
En todos ellos encontramos personajes enfrentados a una muerte segura cuyos pasos intentan aminorar, si no detener. En el tercero de los relatos se menciona a Sherezade y es precisamente esa imagen la que podría servir de metáfora del libro, protagonizado por personas -más que personajes- que intentan aplazar su encuentro con la muerte en una difícil relación con el enemigo, una muerte que depende del poder de otra persona, de un poder egoista y arbitrario.
Debo la lectura de este libro no sólo a la recomendación de Isabel, que ya lo dejó dicho en un comentario, sino a su préstamo, que había hecho de este libro uno de los del furgón de cola de mis lecturas durante varios meses. Y me alegro de haber postergado un placer digno de los dioses literarios, porque las historias no sólo son interesantes y emocionantes, sino que aparecen contadas con una riqueza de matices y léxico poco frecuentes últimamente. Las historias se narran además en perspectivas diferentes formando un rompecabezas donde todo encaja suavemente.
La solapa del libro se lee con la desazón de descubrir un nuevo valor de la literatura española cuando ya ha fallecido (Alberto Méndez murió a los ocho meses de ver publicado este su único libro). La película -dirigida por Cuerda y basada en la última de las historias- añade además el hecho de constituir el último trabajo de Azcona, su guionista, que ha fallecido antes de verla estrenada. Nada que ver estas muertes de sus creadores en la libertad que nos han dejado estas magníficas obras, con las de sus personajes, coartados y sumidos en un estrecho túnel que los lleva hasta la cloaca de sus enemigos.

En la película, encontramos la historia de un profesor que se esconde en el armario de su casa para no ser descubierto por los franquistas y que vive con su hijo y su mujer, a quien corteja un diácono del colegio del niño. En este tráiler -Maribel Verdú como protagonista- repasamos momentos en los que podemos reconocer frases y escenas exactas del relato.



Una historia -unas historias- realmente impresionantes que dejan al lector felizmente herido por su lectura.

lunes, 7 de julio de 2008

Homero, Iliada

Homero, Iliada es una versión del famoso clásico realizada por Alessandro Baricco, conocido sobre todo por el éxito de su novela corta Seda.
Esta versión de la Iliada va precedida de las explicaciones del autor respecto a las transformaciones que ha realizado para adaptarla. La peculiaridad de esta adaptación es que no estaba primariamente dirigida a la edición escrita, sino a la lectura pública: se trataba de hacer una versión de la Iliada que pudiera ser leída en un espectáculo público.
Las intervenciones fueron las siguientes: eliminar partes, particularmente las intervenciones de los dioses, adaptar el estilo huyendo del arcaismo, utilizar el narrador en primera persona, e incluir algunas adiciones.
Así fue leído en Roma y Turín en 2004 el texto ante más de diez mil personas que pagaron por escucharlo, además de los que lo siguieron por la radio.
¿Y es bueno también el resultado para leerlo? Sin duda. El resultado es magnífico. La historia no pierde nada, simplemente convierte la epopeya en novela, dejándola en el núcleo narrativo, en una historia que se transmite, sin embargo, con una fuerza cercana y mágica a la vez. Un resultado aconsejable para acercar la Iliada a los estudiantes de secundaria.
No tan acertada es la apostilla que se añade al final de la obra y que sobra totalmente y en la que el autor parece intentar conseguir que los clásicos tengan hoy una justificación políticamente correcta: un intento absurdo de pedir perdón por disfrutar de una novela de guerra.
La viveza del resultado y la explicación del origen del libro animan además a pensar en la posibilidad de organizar una lectura pública de esta historia de la guerra más universal, la guerra de Troya.

viernes, 4 de julio de 2008

Tratado de los gestos (Enrique García Trinidad)

A Soledad Serrano que creyó en este poema antes que yo.


Algunos gestos son arrojadizos, están llenos de furia, listos para que el aire se ilumine y sepa la distancia, la infinita distancia miserable que separa a los hombres de la vida.
Otros son aún más rápidos, una ráfaga, un brillo, un chasquido de luz.
Son para confianza de la piel, para que no se nos olvide la caricia más tenue.
Muchos parecen sin sentido pero tienen misterios en la manga, secretos incurables, decididas nostalgias, horror a la distancia que los niegue o devore.
La mayoría de los gestos no son más que sustancia de abandono, impecable blancura, milagro inusitado, carne sola, manera de existir.
Tened a mano siempre vuestro gesto, que lleve nombre o contraseña.
No lo perdáis de vista por si os es necesario para pensar, amar, decir quién sois; para reconoceros, entregaros, ocupar vuestro puesto en la escena del mundo.
Así reposa el índice en los labios, artesa de los besos y el silencio, así damos la espalda no entregada, la espalda en que nos vamos, dócil gesto de adiós o sígueme.
Así se tiran dados por la mesa, con un leve desorden de las uñas, tras haberlos mimado entre los dedos: “¡Allí, allí !” cantan luego los dados.
Y el gesto se hace ajeno aunque fue nuestro. Así se arroja el guante o la toalla, soberbio desafío o rendición, campo de hierba y sangre, cuadrilátero hermético de cuerdas, de pasión y de gritos, lugar de amor o espacio de locura.
Así nos despedimos frotando la distancia con la mano, desafiamos al espejo con los dientes o entornamos los ojos para ver más hondo.
Encogerse de hombros es todo un recital de ergonomía.
Así son tantos gestos que hacen alta la vida. Llevar la mano al pelo y retirarlo para que no sofoque la tristeza ni oculte los deseos, mirar sin ver la hora del reloj, que puede ser la nuestra algunas veces, acurrucar los dedos sudorosos ocultos en el alma del bolsillo, mirar al fondo de metal o vidrio, cuando en el ascensor gime el silencio.
Unos gestos ayudan, otros duelen, aquéllos dejan ácida la boca, éstos los ojos tristes, la memoria tensa.
Los hay que alegran y los hay terribles. A veces todo al mismo tiempo, como un beso tirado en el vacío, o un dedo que se agita reclamando, riñendo, dueño de aviso siempre, amenazante o protector.
Tender la mano a un niño, "ten cuidado", para que logre cruzar la vida o la calzada con nuestra palma en vilo y nuestro miedo. Humedecer los labios, ¡oh, esa alquimia que siempre alimentó el deseo! Girar el cuello a la sartén que nos reclama mientras se bate un huevo en la cocina.
Ir pasando las páginas de un libro, sin leer, sin saber cómo; suspirar levemente cuando empieza la turbia carretera su canción, madrugado sopor, tedio, noticias.
Puño o mano tendida, caricia o bofetada, movimiento o quietud, insinuación u olvido. Los gestos son lo que sujeta el mundo.
Toser antes de hablar, quitarse un hilo de la ropa y hacer con él planetas, frotar donde las gafas estuvieron, teclear con los dedos el volante, la mesa, la rodilla impaciente.
Comprobar el botón agonizante, devolver la mirada de reojo con oficio aprendido en antiguas películas.
Todo mientras se afloja la corbata o devolvemos al lugar perfecto la hombrera de un vestido.
Los gestos son sin duda lo que sujeta el mundo.

De "Todo es papel" 2002 Accésit del Premio Ciudad de Torrevieja, 2002


Hace unos años conocí a Enrique Gracia Trinidad, me lo presentó Balbina en un café- cosa que siempre le agradeceré no sólo por la velada que compartimos junto a Jose Luís Morante y algunas personas más-, si no porque ese encuentro me llevó a este poema que es uno de los que más me han gustado. Él me regaló el libro, y este poema estaba al final, lo recuerdo como si lo estuviese leyendo ahora mismo. El caso es que presté ese libro y no me lo devolvieron, pero no he dejado de recordar el poema. Hoy es mi santo, y repasando páginas de poesía lo he vuelto a encontrar, he de decir que ha sido un verdadero regalo. Hoy hablaba con un amigo y comenté que me encantaría encontrar un libro que me impactara de verdad, porque me he vuelto exigente y no me conformo con cualquier libro , menos aún de poemas que son más difíciles de encontrar. Ha sido un verdadero placer reencontrarme contigo, Enrique, con tu tratado de los gestos que llegó a emocinoarme y aún lo hace.
Quiero que lo leáis, que lo disfrutéis como lo hice yo. Siento envidia - sana, claro- me hubiese encantado escribirlo yo.

jueves, 3 de julio de 2008

Versos al nunca jamás

Versos al nunca jamás es un libro de poesía, sí, pero de LIJ. No se trata de un libro de poemas en el que se antologan los versos más sencillos de uno o varios autores, sino que son versos escritos desde el principio con intención de dirigirse a preadolescentes.
Este empeño ya es de agradecer, porque aunque no sea el único, la verdad es que frente al boom de la novela juvenil no hemos encontrado nunca nada parecido en la poesía.
El problema es sin embargo el siguiente: ¿qué sería una poesía juvenil? En la prosa la cosa está más clara: la literatura juvenil se caracteriza frecuentemente por una lecturabilidad adaptada y unos protagonistas homólogos, es decir, jóvenes, junto a una reproducción de mundos juveniles. ¿Pero y en la poesía?
Enrique Pérez Díaz, autor de Versos al nunca jamás, escoge los cuentos infantiles, los de toda la vida, los tradicionales (verbigracia, la bella durmiente), para reflexionar sobre la vida, de forma que enfrenta a los preadolescentes a una cierta vejez anticipada cuando plantea el libro repetidamente la infancia perdida o por perder. Es una manera de verlo: hagamos que los adolescentes se conviertan en lectores reflexivos de poesía, reflexionando sobre su propio pasado. No es de extrañar que al final del libro encontremos poemas como Identidad, o que el epílogo se subtitule Adiós, infancia.
Es, por tanto, este libro una oportunidad para hacer madurar a la persona y al incipiente lector de poesía. Mi única duda es si se trata de un libro cuyo sabor, profundidad y calado puede disfrutarse a solas -completamente a solas- como ocurre con las novelas juveniles, o estaría necesitado de una ayuda del profesorado para poder llegar al fondo de las cuestiones, o por lo menos, pasar de la primera capa que cubre a veces esta poesía juvenil con demasiadas asonancias.
La edición incluye ilustraciones de Alejandro Magallanes nada preciosistas que van en la misma línea de la reflexión sobre contornos difusos, temblorosos y rellenos imperfectos en un contraste fortísimo de amarillo y negro.
Bienvenidos libros como estos.
Y ahora un grito inevitable:

¡Malditos poetas, escribid libros para los jóvenes!

El pequeño vampiro

El pequeño vampiro es el primer libro de la serie de Angela Sommer-Bodenburg ilustrado por Amelia Glienke.

La serie ha tenido tanto éxito que ha pasado al cine, a la televisión, a la radio, incluso al teatro.

Este primer libro es lógicamente la presentación de los personajes: Anton conoce a Rüdiger, un niño vampiro, y a partir de ese momento comienza igualmente el conocimiento de los miembros de la familia de vampiros -incluida una chica que cobra poco a poco mayor protagonismo- y la lucha por impedir que sus padres descubran realmente esas nuevas amistades tan atípicas. Ambas familias -la humana y la vampírica- crean situaciones con gracia en una novela que no podríamos calificar de terror, sino más bien de humor, de buen humor.

Las ballenas cautivas

Las ballenas cautivas de Carlos Villanes Cairo es más que un clásico, un longseller como gusta nombrar ahora a libros de éxito comercial que se mantienen en el mercado largo tiempo.

El libro es una novelita transparente en todos los sentidos. Su título lo dice todo, no hay sorpresa alguna y construye una historia sin ninguna complicación muy fácil de prever.

Quien no la haya leído puede hacerse una idea exacta de ella si ha visto alguna vez esos telefilmes americanos que Antena 3 programaba frecuentemente los domingos presentando una pequeña catástrofe ante la familia.

Como era de esperar, la historia comienza cuando dos ballenas quedan atrapadas entre el hielo. Ante la catástrofe encontramos dos grupos de personajes: los esquimales que representan el tópico del buen salvaje (se comunican con los animales) y los occidentales, generalmente más preocupados por cuestiones económicas que por el ecologismo. Y por supuesto, no podían faltar los medios de comunicación que de hito en hito cuentan la historia revelando su importancia.

Un auténtico guión de TV más que una novela, que los chavales leerán con suma facilidad y que puede servir muy bien para plantear temas relacionados con las Ciencias Naturales.